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Estupido Libre Albedrio

Las fallas cognitivas del cerebro Parte 3 ─El razonamiento motivado

Updated: Sep 1, 2022



A continuación, un extracto del libro The Skeptics Guide to the Universe



Capítulo 9. El razonamiento motivado


─Extracto


El razonamiento motivado es el proceso sesgado que usamos para defender una posición, ideología, o creencia en la que tenemos una fuerte inversión emocional. Si alguna vez has interactuado con otro ser humano entonces, probablemente estás familiarizado con la frustración de alguien torciendo la lógica, seleccionando o distorsionando los hechos a conveniencia, y siendo generalmente sesgados al defender su posición. Claro que estás familiarizado con todo esto. Aquí está el detalle: tú también lo haces. Estudios psicológicos han demostrado que las personas tratan de manera distinta a diferentes creencias. Para la mayoría de las creencias, la gente es racional en general. Tendemos a aplicar un enfoque Bayesiano, esto quiere decir que actualizamos nuestras creencias cuando recibimos información nueva. Si nos dicen que algún hecho histórico es diferente a lo que recordamos, cambiamos nuestra creencia rápidamente sobre ese hecho. Por otro lado, mientras más información tengamos sobre algo, y más sólida sea la creencia, tendemos a ser más lentos para cambiarla. No solo cambiamos de una creencia a otra, sino que incorporamos la nueva información con la nueva. Este es, de hecho, un enfoque muy científico. Usamos este proceso racional la mayor parte del tiempo, pero no todo el tiempo, porque aún en nuestros mejores días, no nos podemos librar por completo de los sesgos cognitivos y las heurísticas. Estos sesgos restringen nuestro razonamiento, y el efecto es mucho mayor con el grupo especial de creencias que afectan nuestras emociones. Este grupo especial son las creencias y los supuestos hechos sobre el mundo que sustentan nuestra identidad e ideología. Pueden formar parte importante de nuestra perspectiva del mundo. Los escépticos llaman a estas creencias “vacas sagradas”.


Todos tenemos narrativas que nos ayudan a entender el mundo y nuestro lugar en él. Algunas de estas narrativas son críticas para nuestro sentido de identidad. Las narrativas preferidas sustentan nuestra forma de ver el mundo, nuestra pertenencia a un grupo, nuestra propia percepción como una persona valiosa. Estas narrativas y creencias nos sirven para satisfacer necesidades psicológicas básicas, tales como el sentido de que tenemos control sobre algo. Cuando esas creencias son desafiadas, por lo general, no tomamos un enfoque calmado y racional. Nos aferramos aún más a ellas y desplegamos una táctica que se conoce como razonamiento motivado. Defendemos nuestras creencias centrales a toda costa, destruyendo la lógica, descartando hechos inconvenientes, inventando hechos como sea necesario, usando el pensamiento mágico, y haciendo todo tipo de juicios subjetivos sin considerar su consistencia. Esto constituye el razonamiento motivado, y los seres humanos somos excepcionalmente aptos para usarlo.


Este tipo de razonamiento es detonado por lo que los psicólogos llaman disonancia cognitiva. La teoría sobre la disonancia cognitiva fue propuesta inicialmente por Leon Festinger en 1957, él sugirió que cuando se nos presentan dos piezas de información que son conflictivas, nos causa un malestar psicológico. Tenemos una creencia y ahora tenemos información que contradice esa creencia. Idealmente, resolveríamos el conflicto de manera racional y objetiva, ajustando nuestras creencias como sea necesario, dependiendo de la naturaleza y la validez de la información recibida. Sin embargo, cuando la creencia en cuestión, afecta nuestras emociones, se vuelve muy difícil el cambiarla. Si es una creencia central para nuestra forma de ver el mundo, entonces el cambiarla puede causar una reacción en cadena, amplificando la disonancia cognitiva.


Emocionalmente, es mucho más fácil el solo descartar la información nueva, poner en duda la fuente, racionalizar las implicaciones, incluso inventar una teoría de conspiración para explicarla. De hecho, algunas creencias ya vienen con un kit preensamblado de razonamiento motivado para defenderlas. Son municiones para la disonancia cognitiva ─para usarse según sea necesario. El razonamiento motivado es facilitado aún más por el hecho de que mucha de la información es subjetiva o requiere de algún juicio y análisis. Ningún estudio científico es perfecto, ninguna fuente de información es impecable, fuentes diferentes dicen cosas diferentes, así que puedes escoger la que reduzca tu disonancia cognitiva. También hay varias maneras de interpretar a los hechos, aun si los hechos no son disputados. Si alguien es rico, entonces puedes concluir (si la persona es de tu agrado) que es exitoso y sabio, o (si no te agrada) que es corrupto y avaricioso. Alguien puede ser valiente o ingenuo, firme o necio, un líder fuerte o autoritario, todo depende de tu perspectiva. En general, las opiniones políticas tienden a ser “vacas sagradas”. La gente se identifica con su tribu política y quiere creer que su tribu es virtuosa e inteligente, mientras que la otra tribu esté compuesta principalmente por idiotas mentirosos. Por supuesto, estas dicotomías ocurren en un espectro. Puedes tener solo un lazo emocional tenue con una creencia, o puede ser fundamental para tu forma de ver el mundo y para tu identidad. Puedes ser solo un poco tribal cuando se trata de política, o un radical extremista.


La mayor parte de la investigación psicológica en este tema involucra a las opiniones políticas. Lo que han demostrado múltiples estudios es que las personas persiguen dos objetivos diferentes cuando se forman opiniones políticas: un objetivo direccional y un objetivo de exactitud. El objetivo direccional los lleva a la opinión que es consistente con su identidad política. El objetivo de exactitud los lleva a tratar de afinar su opinión para hacerla lo más correcta posible. Lo que han encontrado los investigadores es que mientras mayor sea la tendencia hacia un extremo político del individuo y el tema en cuestión, mayor será el razonamiento direccional. Le darán más peso a la evidencia que sustente la identidad política, y descartarán la evidencia contraria. Las personas tratan de ajustar sus creencias para de manera simultánea maximizar su alineación con los hechos y maximizar su confort emocional. Mientras más grande sea la disonancia cognitiva causada por un hecho, más duro trabajaremos para racionalizarla y eliminarla. Los neurocientíficos han empezado a estudiar lo que pasa en el cerebro cuando las personas son confrontadas con hechos que representan un conflicto para sus creencias políticas, y cuando se les ofrece justificaciones que pueden ayudar a resolver el problema. Encontraron que los sujetos utilizan diferentes partes del cerebro en diferentes situaciones. Cuando se les presenta información ideológicamente neutral, los sujetos utilizan la parte racional cognitiva del cerebro. Cuando se les presenta información que favorece a un extremo político, se utiliza una parte completamente diferente, una parte que se asocia con la identidad, la simpatía, y la emoción. También es interesante el hecho de que cuando los sujetos llegan a sus conclusiones motivadas, aliviando las emociones negativas debidas al conflicto, se ilumina la parte del cerebro asociada con las recompensas, proporcionando una buena dosis de dopamina.


El razonamiento motivado es una doble amenaza porque: reduce las emociones negativas asociadas con los hechos que representan un conflicto con nuestra identidad y nuestras creencias; induce emociones positivas asociadas con la recompensa. Este proceso puede tener un poderoso efecto de condicionamiento que refuerza este comportamiento.


Video en YouTube de Julia Galef explicando el razonamiento motivado.


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