Es posible que hemos estado obsesionados con las preguntas equivocadas. Las tradiciones conservadoras han ayudado a preservar ideologías antiguas que pueden limitar la imaginación, la creatividad, y la curiosidad. Esto es relevante porque todo parece indicar que la realidad cuántica de nuestra existencia pudiera superar por mucho la ficción, lo cual tiene repercusiones existenciales importantes y exige una actualización profunda de nuestros paradigmas. Según el historiador Yuval Harari, hablando de la ética y la moral, debemos plantear nuevas preguntas que no necesariamente giren alrededor de la ilusión mitológica del yo mismo; poseedor de libre albedrío; navegante de un supuesto mundo lleno de opciones ilimitadas. Sino más bien, nuestros cuestionamientos morales deben concentrarse en indagar sobre las circunstancias de los más desafortunados. ¿Qué es el sufrimiento? ¿Por qué sufren los seres vivos? Es decir, que por el bien de todos, mientras intentamos decifrar la naturaleza de la realidad misma, haríamos bien en enfocarnos principalmente en aliviar el dolor de los demás, y subyugar nuestra obsesión con la búsqueda de la felicidad.
A continuación les comparto un extracto del libro 21 lecciones para el siglo 21, escrito por el historiador israelí Yuval Noah Harari.
Por: Y. Harari
¿Quién soy? ¿Qué debo hacer con mi vida? ¿Cuál es el significado de la vida? Los humanos se han hecho estas preguntas desde tiempos inmemoriales. Cada generación necesita una nueva respuesta, porque lo que sabemos y lo que no sabemos sigue cambiando. Dado todo lo que sabemos y lo que no sabemos sobre la ciencia, sobre Dios, política, y religión, ¿cuál es la mejor respuesta que podemos dar hoy? ¿Qué tipo de respuestas espera la gente? En casi todos los casos, cuando la gente pregunta sobre el significado de la vida, esperan escuchar una historia. El Homo Sapiens es un animal que cuenta historias y que piensa en forma de historias en lugar de números o gráficas, y cree que el universo mismo funciona como una historia, repleto de héroes y villanos, conflictos y resoluciones, clímax y finales felices.
Cuando buscamos el significado de la vida, queremos una historia que explique de que se trata todo esto y cuál es nuestro rol en el drama cósmico. Este rol me hace parte de algo más grande que yo mismo, y le da significado a todas mis decisiones y experiencias. Una historia popular, contada por miles de años a billones de humanos ansiosos, explica que somos parte de un ciclo eterno que abarca y conecta a todos los seres vivos. Cada ser tiene una función distinta que realizar en el ciclo. Según esta historia, el comprender el significado de la vida quiere decir entender tu función única, y el vivir una buena vida quiere decir el desempeñar esa función. Esta historia conocida como el círculo de la vida presenta al drama cósmico con una historia circular. La repetición eterna le da poder a la historia, implicando que este es el trayecto natural de las cosas. Si yo creo alguna de las versionas de el círculo de la vida, quiere decir que tengo una identidad verdadera y fija que determina mis obligaciones en la vida. Puede ser que yo dude o desconozca esta identidad por mucho tiempo, pero algún día, en algún momento me será revelado y entonces yo entenderé mi lugar en el cosmos.
Otras religiones o ideologías creen en un drama cósmico lineal, el cual tiene un comienzo bien definido, una mitad, y un final de una vez por todas.
Por ejemplo:
La narrativa de los musulmanes.
Dice que en el principio Alá creo el universo entero y sus leyes. Después reveló esas leyes a los humanos en el Corán. Desafortunadamente, gente ignorante y malvada se rebelaron contra Alá, e intentaron quebrantar y ocultar estas leyes, y es el deber de los musulmanes leales y virtuosos el sostener las leyes y difundir el conocimiento de ellas hacia los demás. Eventualmente Alá juzgara a cada individuo. Recompensará a los virtuosos con el paraíso eterno, y lanzará a los malvados a las llamas del infierno. Si yo creo la narrativa musulmana, yo encuentro significado rezando cinco veces al día, donando dinero para construir mezquitas, y luchando contra los apóstatas e infieles. Aun las actividades más mundanas tienen un significado cósmico.
La narrativa nacionalista de los sionistas judíos.
Empieza con las aventuras bíblicas y los logros de los judíos. Cuenta dos mil años de exilio y persecución, alcanza su clímax con el holocausto y el establecimiento del estado de Israel, y espera el día cuando Israel gozará de paz y prosperidad y se convertirá en un guía moral y espiritual para el mundo. Si yo creo la narrativa sionista, yo concluyo que mi misión en la vida es el avanzar los objetivos de la nación judía, protegiendo la pureza del lenguaje hebreo, peleando para recuperar territorios perdidos, o tal vez al criar las nuevas generaciones de jóvenes israelíes leales.
La narrativa del comunismo.
Cuenta la misma historia, pero se enfoca en las clases en vez de la etnicidad. Explica que en los tiempos modernos la sociedad se está fragmentando en dos campos hostiles, en dos clases directamente enfrentadas: los burgueses y el proletariado. La lucha terminará con la victoria del proletariado, lo que señalará el final de la historia y el establecimiento del paraíso comunista en la tierra, en el que nadie será propietario de nada y todos serán completamente libres y felices. Si yo creo esta narrativa, yo concluiré que mi misión en la vida es apresurar la revolución escribiendo propaganda que inflame a las masas para elevar las consciencias, organizar huelgas, o tal vez asesinar a los capitalistas ambiciosos. La historia da significado aun a mis gestos más pequeños, como boicotear a una marca, o el discutir con mi suegro quien es un cerdo capitalista.
Todas son historias incompletas. Pero para construir una identidad viable para mí y darle sentido a mi vida, no es necesaria una historia completa que no tenga puntos ciegos ni contradicciones. Solo necesita satisfacer dos condiciones: Primero, me debe dar un papel. Como los actores, los humanos prefieren los libretos que les den un papel importante. Segundo, una buena historia no tiene que extenderse hasta el infinito, solo debe extenderse más allá de mis horizontes. Me debe proveer una identidad y significado al incrustarme en algo más grande que yo mismo. Aunque siempre existe el riesgo de que yo pregunte ¿y qué le da significado a eso más grande que yo mismo? La mayoría de las historias exitosas se mantienen abiertas. Nunca es necesario que expliquen de dónde viene fundamentalmente el significado porque son muy buenas para capturar la atención de las personas y mantenerlas en su zona segura de confort. Una ley importante para contar cuentos es que una vez que la historia logra exceder el horizonte intelectual de la audiencia, su base fundamental importa poco.
Dado todo lo que sabemos del universo, parecería imposible para una persona cuerda el creer que la verdad sobre el universo y la existencia humana es la historia del pueblo de Israel, o Alemania o Rusia ─o cualquier otra narrativa nacionalista. Una historia que ignora casi todas las épocas, el espacio, el big bang, la física cuántica, y la evolución de la vida, es en el mejor de los casos, solo una parte diminuta de la verdad. Sin embargo, mucha gente no es capaz de ver más allá de sus narrativas. Según nuestro mejor entendimiento científico, ninguna de las miles de narrativas que han sido inventadas a través de la historia por diferentes culturas, religiones, y tribus son verdaderas. Solo son inventos humanos. Si preguntas cuál es el verdadero significado de la vida y obtienes una historia como respuesta, debes saber que esta es la respuesta equivocada. Los detalles no importan. Cualquier historia está equivocada, solo por el hecho de ser una historia. El universo simplemente no funciona como una historia.
Entonces ¿Por qué la gente cree estas ficciones? Una razón es que su identidad personal está construida sobre estas historias. Se les inculcan desde la infancia. Las escuchan de sus padres, sus maestros, sus vecinos, y la cultura en general mucho antes de que puedan desarrollar una independencia emocional e intelectual que son necesarias para cuestionar y tratar de verificarlas. Para cuando logran alguna madurez intelectual, su identidad está tan arraigada con la narrativa, que usan su capacidad mental para racionalizar en vez de cuestionar. Muchas personas que buscan su identidad son como niños buscando los huevos de pascua que sus padres han escondido para ellos con anticipación. Otra razón es que no solo nuestra identidad está construida sobre estas historias sino también muchas instituciones colectivas. Así que puede ser aterrador el dudar la narrativa popular si implica correr el riesgo de ser marginado y perseguido. Aun si no eres perseguido, se necesitan nervios de acero para atreverte a cuestionar las convicciones que pueden ser pilares de la sociedad en donde vives. El riesgo es que si descubres que las historias son falsas, entonces el mundo como lo conoces no tendría sentido.
Aun cuando todas estas historias son solo ficciones creadas por nuestras mentes, no hay razón para desesperarse. La realidad existe. No puedes desempeñar tu papel en el drama cósmico porque no existe tal drama. Pero de cualquier manera ¿por qué querrías hacerlo? La gran pregunta que enfrentan los humanos no es ¿cuál es el significado de mi vida? sino ¿cómo detenemos el sufrimiento en el mundo? Cuando te olvidas de todas las ficciones, puedes observar la realidad con mayor claridad, y si realmente conoces la verdad sobre ti mismo y sobre el mundo, nada puede hacerte sentir miserable. Pero eso, por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo.
Así que si quieres saber la verdad sobre el universo, sobre el significado de la vida, y sobre tu identidad, el mejor lugar para empezar es observando al sufrimiento y explorar su significado. La respuesta no es una historia.
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