“La religión, y todas las formas de relatos culturales, juegan un rol decisivo en crear un sentido de comunidad y vínculo. Ese efecto actúa para el beneficio de los miembros, a través de un efecto a nivel de grupo, porque los miembros de un grupo con vínculos fuertes son más aptos para la supervivencia que los grupos con vínculos débiles, lo que hace a la religión una característica la cual ha sido seleccionada naturalmente al nivel de grupo.” (Evolutionary Psychology a Beginners Guide, 2013)
Es posible que la primera historia contada por el hombre haya aparecido junto con los primeros cerebros ancestrales del hombre moderno y su capacidad para el lenguaje hace aproximadamente 200,000 años. En ese tiempo solo existían pequeños grupos de nómadas primitivos que subsistían como les era posible en una existencia antes del surgimiento de las sociedades como la describía Thomas Hobbes: “en un estado perpetuo de temor y riesgo de morir violentamente, la vida del hombre era solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta.” En estas condiciones es posible que algunos relatos populares hayan evolucionado como un instrumento para promover la cooperación entre miembros de la misma tribu. De esta manera, en una comunidad que compartía creencias y tradiciones, era más fácil alinear esfuerzos y ejercer algún nivel de control sobre los miembros más rebeldes para intentar reducir el caos y la incertidumbre de la vida diaria. Por lo tanto, es posible que esta nueva habilidad de utilizar historias para inculcar valores que trascienden generaciones, eventualmente, haya dado origen a las culturas, a las religiones y a las sociedades.
De acuerdo a esta teoría las historias utilizadas por las religiones para unir a las masas de fieles han sido sumamente valiosas. Incluso, desde el punto de vista biológico evolutivo, puede argumentarse que la religiosidad ha sido una característica favorable para la selección natural de los grupos, es decir “los miembros de un grupo con vínculos fuertes son más aptos para la supervivencia que los grupos con vínculos débiles.” Sin embargo, la humanidad enfrenta hoy retos complejos que demandan una cooperación global sin precedentes. Tales como el calentamiento global, el desplazamiento de refugiados, la desigualdad social, la concentración de la riqueza, la regulación de nuevas tecnologías de redes sociales, inteligencia artificial, manipulación genética, etc.
Y a pesar de su utilidad en el pasado, las historias que surgen del folklor popular, con los personajes prototípicos de siempre, no logran trascender barreras de identidad tribal demarcadas agresivamente por ideologías religiosas, nacionalistas, racistas, etc. Tal vez sea necesaria una nueva narrativa ideológica tan excepcional y poderosa que derrumbe todas las demás barreras ideológicas y logre unir a los humanos como una sola especie. O tal vez, debemos darnos cuenta de que, dado su origen y naturaleza tribal, las historias culturales tradicionales no nos sirven para unir a las personas en una sola tribu a los niveles necesarios para enfrentar los retos del siglo 21. Ahora es el momento de buscar métodos nuevos de colaboración a una escala global. Los antiguos guardianes de estas historias ideológicas y sus mitologías nos advierten que el abandonarlas crearía un enorme vacío que será ocupado por algo siniestro, como el nihilismo puro y la anarquía total.
Mi punto de vista es que, la necesidad de dejar atrás la comodidad y la ilusión de certeza que nos dan las mismas historias de siempre, que nos han confortado por generaciones y que hemos atesorado como fuentes de verdad eterna y conocimiento ilimitado, es análoga al niño que se convierte en adolescente y deja de creer en los reyes magos, en las hadas madrinas, etc., para intentar entender el mundo real y por lo tanto sobrevivir.
Es hora de que los humanos abandonemos de manera colectiva nuestra niñez intelectual antropocéntrica para pasar, no a la adolescencia, porque posiblemente no tenemos ya tiempo para eso, sino directamente a una adultez responsable donde la intensidad de nuestras creencias sea directamente proporcional a la cantidad de evidencia disponible. Donde se toman decisiones importantes basadas en los hechos y en argumentos sólidos y válidos. Donde usamos el pensamiento crítico para discernir la verdad de la farsa y la manipulación. Cuando la mayoría de los humanos maduremos y empecemos a colaborar como adultos responsables, entonces, podremos ver hacia atrás agradecidos con las historias de nuestra infancia, y avanzaremos hacia el futuro con la ayuda de nuevas y mejores herramientas.
A continuación, les comparto un extracto del libro Evolutionary Psychology a Beginners Guide escrito por Robin Dunbar, Louise Barret, John Lycett donde los autores comentan sobre el valor evolutivo de las religiones y la utilidad de sus mitos, como el del infierno, usado a través de la historia como táctica disuasiva hacia individuos con potencial de vividores oportunistas entre la población, que pudieran considerar el no adherirse a las normas sociales. En la actualidad la credibilidad de los mitos religiosos se ha deteriorado con el avance del conocimiento y la ciencia perdiendo efectividad real con las nuevas generaciones, de ahí la necesidad de nuevos paradigmas.
Evolutionary Psychology a Beginners Guide
Capítulo 10
Mundos Virtuales
─Extracto
Una forma de ver las cosas es el argumentar que una sociedad es una colección de individuos que han llegado a una especie de consenso sobre cómo deben comportarse las personas. En este respecto, sí imponen sus puntos de vista sobre las generaciones más jóvenes a través de los procesos de socialización. Sin embargo, las sociedades pueden cambiar cuando los individuos determinan que formas diferentes de hacer las cosas son mejores o más ventajosas (para ellos mismos si no para los demás). El reconocer esto plantea la posibilidad importante de que la religión (junto con otras formas de cultura) puede tener la función de controlar las fuerzas disruptivas que constantemente amenazan con destruir a las sociedades. Dado que los humanos, como todos los primates, son intensamente sociales y de que el intercambio social es la base principal de su éxito evolutivo, la sociedad es el campo de batalla entre los intereses egoístas de corto plazo y las ganancias de largo plazo logradas mediante la cooperación de los individuos. Aquí se encuentra el punto débil que puede permitir a los vividores oportunistas tomar el control, si este tipo de individuos prosperan sin restricción, eventualmente, abrumarán y destruirán las bases cooperativas sobre las cuales todas las sociedades han sido fundadas.
Dada la relevancia abrumadora del problema de los vividores oportunistas, podemos ver a la religión como un intento comunitario para obligar a los individuos a adherirse al contrato social implícito que sostiene a todas las sociedades. La religión, y todas las formas de relatos culturales, juegan un rol decisivo en crear un sentido de comunidad y vínculo. Ese efecto actúa para el beneficio de los miembros, a través de un efecto a nivel de grupo, porque los miembros de un grupo con vínculos fuertes son más aptos para la supervivencia que los grupos con vínculos débiles, lo que hace a la religión una característica la cual ha sido seleccionada naturalmente al nivel de grupo. La religión y la habilidad para crear historias son buenas cualidades para la selección a nivel de grupo porque tienden a reducir la variabilidad entre individuos dentro de los grupos (ya que todos llegan a compartir los mismos valores y creencias) y aumenta la variabilidad entre los grupos (los cuales tienen diferentes historias y rituales), de este modo hacen este proceso más poderoso.
A primera vista, la religión aparenta ser especialmente adecuada para la tarea de mantener la solidaridad del grupo. La imposición de una visión del mundo en común crea un sentido de identidad comunitario (ellos contra nosotros) que debe mejorar la voluntad de los individuos de caminar la línea del orden social. El contenido moral explícito de las religiones claramente refuerza esto al proveer la amenaza de un castigo desde un mundo invisible. Si yo insisto en que te conformes a la idea de la comunidad de lo que es un comportamiento decente, tu voluntad para hacerlo probablemente está en función de que veas una ventaja personal en ello. Si piensas que lo anterior no es provechoso para ti y no sientes ninguna obligación hacia aquellas personas que serán afectadas con tus acciones, pudieras ignorar mi petición e incluso desafiar mi autoridad. Mi única opción en este punto sería la coacción física y puede ser que simplemente me sea imposible insistir a que te adhieras a la voluntad de la comunidad.
La religión les permite a aquellos en posiciones de autoridad moral o política evitar el problema de la proliferación de individuos vividores oportunistas, al imponer una amenaza que es difícil de ignorar. La amenaza de un castigo eterno en otra vida impone un costo que es imposible de comprobar directamente pero el cual ─dada la escala de tiempo que implica una eternidad─ sería imprudente ignorar de manera arrogante. Esto agrega una virtual fuerza policial a la coalición comunal, a la cual ninguna alianza terrenal pudiera aspirar a derrotar. Si esta amenaza puede ser inculcada a una edad suficientemente temprana durante los procesos de socialización e involucran rituales de adoctrinamiento, entonces los hábitos de la infancia asegurarán que el individuo siempre le otorgue más credibilidad al riesgo de condenarse a la maldición del sufrimiento eterno que lo que realmente merece.
Este es un video del canal de YouTube Then and Now donde el narrador explica muy bien el concepto de ideología y su contrapunto usando a Jordan Peterson como ejemplo.
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