Las mitologías han evolucionado junto con las sociedades y ahora en lugar de dioses y semidioses, tenemos políticos y celebridades de todo tipo. El internet y las redes sociales son ahora una especie de coliseo cibernético moderno donde las celebridades luchan para impresionar a la audiencia y acumular seguidores. El premio para el campeón es el poder de influenciar a las masas y la posibilidad de llegar a convertirse en un instrumento orgánico, histórico, y grandioso, creado por el mundo y que utiliza para moldear las culturas a su voluntad. Cuando reconocemos que las mitologías son en realidad vehículos para el contrabando de ideologías que no pueden ser sagradas, ni supernaturales, ni eternas, porque pertenecen a la historia de nuestra evolución biológica, entonces podemos usar ese conocimiento para ayudarnos a reconocer a agentes sin escrúpulos que de otra manera trafican fácilmente con la credulidad de los inocentes. Así podemos hacer nuestra parte para facilitarle al mundo líderes que sean instrumentos humanistas que provoquen el florecimiento de las culturas, y no ideólogos obsesionados con la pureza del espíritu; que desprecian lo físico y lo terrenal; que observan la destrucción y el sufrimiento en este mundo, y anhelan desesperadamente por otro mundo incorpóreo, ideal, utópico, mitológico.
A continuación un extracto del episodio #117 del podcast Philosophize This! de Stephen West titulado “Structuralism and Mythology pt. 2”
Por: Stephen West
El lenguaje tiene una estructura que podemos observar, estudiar, y si eres un lingüista, tal vez puedas predecir cómo esta estructura va a cambiar en el futuro. Para muchos intelectuales la cultura también tiene una estructura subyacente similar, y cuando el filósofo francés Roland Barthes usa la semiología para estudiar a los medios masivos y llegar a la mitología que yace debajo de la superficie cultural, se convierte en uno de los primeros en intentar estudiarla en una manera científica.
Por cierto, si este negocio de las mitologías les parece un poco conspiratorio…consideren el hecho de que prácticamente todos sabemos cómo se siente participar en este proceso. La mayoría de las personas hoy en día estamos en el negocio de promover nuestra propia mitología en las redes sociales. La página de Facebook de una persona no es una representación fiel de su vida, sino más bien un museo dedicado a una personalidad alterna ficticia, creada con el propósito de presentarla a los demás.
Piensen en la mitología presente en este caso:
Comparten una foto sonriendo en la cima de una montaña que acaban de escalar, justo después de subir una foto comiendo un pan tostado con aguacate en un parque. Estas fotos no fueron compartidas solamente porque muestran una escena superficial que desean compartir, sino porque promueven una narrativa. Tal vez la narrativa sea, soy el tipo de persona que vive una vida excitante viajando a lugares diferentes, disfrutando de la comida sana y además conveniente, como mi pan tostado con aguacate. Como podrán ver, hoy me encuentro en el parque, así que no soy el tipo de persona que desperdicia los beneficios de la salud ni la oportunidad de comer algo saludable y además portátil para la vida activa. ¿Que si quién soy? bueno, puedes saberlo mirando mis fotos, soy el tipo de persona que disfruta no solo del momento, pero también de mi pan tostado con aguacate…ese es el tipo de persona que soy. Que curioso, alguien me acaba de tomar una foto y casualmente, de todos los lugares, hoy me encuentro en el parque.
Sin importar que historia mitológica estás tejiendo para los demás en las redes sociales, la realidad es que tu vida real es mucho más compleja. No siempre estás sonriendo, y hay muchas cosas que jamás incluirías en esa historia. El punto es que es fácil imaginar cómo alguien que no te conoce pudiera tomar tu historia en las redes sociales como un retrato completo de tu vida, y la verdad, es que lo único que sabría de ti es la mitología que tú has producido, nunca dirías que esta persona te conoce realmente. De igual manera, imagina que el universo tuviera una página de Facebook con la mitología sobre el mundo que los medios producen. Tu nivel de comprensión sobre el mundo sería comparable a una de las historias que la gente comparte sobre ellos mismos en las redes sociales. Para un intelectual estructuralista, tu propia perspectiva del mundo no lleva a un entendimiento profundo. Es solo una expresión de tus normas culturales al igual que el saludo de mano.
Algo que todas las buenas mitologías tienen son personas con un estatus elevado en los ojos del público. Individuos especiales que las demás personas normales admiran o que simplemente sirven como ejemplo para saber que es lo que se debe, o no se debe hacer. Estos personajes pueden ser semidioses, guerreros épicos, ángeles caídos, etc. Sin embargo, en nuestras mitologías contemporáneas les otorgamos este estatus a las llamadas celebridades. Hay una mitología que se está entregando constantemente en los medios, que nos dice que estas personas no son como tú. Son mejores que tú. Y este mensaje lleva a muchas personas comunes y corrientes, a poner a las celebridades en un pedestal como ejemplo a seguir, muchas veces, con una reverencia extrema hacia todas sus opiniones y puntos de vista incluso en temas completamente alejados de su competencia y conocimiento. Sin embargo, persiste el sentimiento de que estas celebridades son mejores que yo, por eso debo escuchar lo que dicen.
Ahora bien, las mitologías también afectan cosas que tienen una influencia más directa en la vida de las personas que el mundo del espectáculo y las celebridades. Un ejemplo son los candidatos a la presidencia durante las elecciones. Piensen en todo el espectáculo que rodea a una elección presidencial con el único propósito de enviar a la gente dos mensajes simultáneos: primero, que esta persona compitiendo por la presidencia tiene mucho en común contigo; segundo, que esta persona no es nada como tú.
El candidato se asegura de conocer al público que se está dirigiendo para vestirse de manera similar y apropiada con las mangas arremangadas porque está listo para trabajar. Tratará de conectar con ellos usando su carrera o la ubicación geográfica para que parezca que viene del mismo lugar. Te mirará a los ojos, y te dirá que tu familia es muy importante para él, y que comparte tu misma visión sobre la dirección que debe llevar el país. El candidato en el podio se dirige a la gente con una voz artificial; la gente sostiene letreros con su nombre en letras grandes; el candidato habla de una manera muy particular, en la que habla despacio y de repente al final dice algo ¡ENFATICAMENTE! para que la gente ¡APLAUDA! En este sentido también quieren que te des cuenta de que esta persona no es común y corriente…esta persona es mejor que tú. Es presidenciable, lo que sea que eso signifique, en otras palabras, esta persona debe ser exaltada y admirada en nuestra cultura. Para muchos estructuralistas, el tener figuras como ésta en la sociedad es parte de la receta en la que estructuramos nuestra cultura para que funcione. Para Roland Barthes, este es el objetivo de la mitología. El convertir a la historia en algo natural. Tomar cosas que son arbitrarias e históricas y convertirlas en la Verdad. Convertir algo con motivos políticos en algo natural.
Algo muy importante y crucial para entender los problemas que ven los intelectuales postestructuralistas (o posmodernistas) con las mitologías, es que cualquier mitología creada con fines políticos, en el sentido que trata de afectar el mundo de alguna manera, no puede evitar el contrabandear ciertos valores que las personas que reciben esta mitología confunden o interpretan como hechos o como algo natural. Cuando Barthes dice que tiene fines políticos, no se refiere solamente a los conceptos liberales contra conservadores, sino a cualquier cosa que busque cambiar algo acerca del mundo que nos rodea.
Barthes dice:
"Cualquier sistema semiológico es un sistema de valores; el consumidor de mitos toma el significado como un sistema de hechos: el mito es tomado como un hecho, cuando en realidad es solo un sistema semiológico."
Según Barthes, cuando cierto tipo de ideas son contrabandeadas en las mitologías, pueden llevar a personas otrora decentes a participar de manera sistemática en comportamientos monstruosos, en los que no participarían de manera consciente si fueran capaces de reconocer a sus cargas mitológicas por lo que realmente son.
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