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La tabla rasa Parte 4 ─ La ciencia que estudia el cerebro

Updated: Sep 1, 2022



La evidencia es abrumadora e indica que cada aspecto de nuestra vida mental depende completamente de eventos fisiológicos que suceden en los tejidos del cerebro. Bajo el microscopio, el tejido del cerebro muestra una complejidad increíble ─cien mil millones de neuronas conectadas por cien millones de millones de sinapsis─ eso es conmensurable con la asombrosa complejidad del pensamiento y la experiencia humana. Es tentador el pensar en el cerebro como nos fue mostrado en viejas caricaturas educativas, como un panel de control con indicadores y palancas operadas por el “usuario” también llamado alma, espíritu, el yo mismo (el fantasma en la máquina). Sin embargo, la neurociencia cognitiva estudia como la cognición y la emoción son implementados en el cerebro y ha demostrado que este usuario es solo otro sistema creado por una red neuronal en el cerebro. Los neurocientíficos no solo han exorcizado al fantasma de la máquina, sino que han demostrado que el cerebro no tiene siquiera una parte que haga exactamente lo que el fantasma se supone que hace: revisar todos los hechos y tomar una decisión para que la ejecute el resto del cerebro. Cada uno de nosotros siente que existe un yo que tiene el control, pero es solo una ilusión que el cerebro trabaja duro para crear y mantener. El cerebro sí tiene sistemas de supervisión en los lóbulos prefrontales y en la corteza cingulada anterior, los cuales pueden moderar el comportamiento y controlar hábitos e impulsos. Pero esos sistemas son solo artefactos con peculiaridades y limitaciones; no son implementaciones del agente libre racional con el que se identifica tradicionalmente al yo mismo. (Steven Pinker, 2016)


A continuación, un extracto del libro The Blank Slate




Capítulo 3. El ultimo muro en caer


─Extracto


Existe un muro en el panorama del conocimiento que los científicos del siglo veinte que estudian los fenómenos sociales cuidaron con recelo. Divide a la materia de la mente, lo material de lo espiritual, lo físico de lo mental, la biología de la cultura, la naturaleza de la sociedad, la ciencia de las ciencias sociales, las humanidades, y las artes. Pero este muro se está derrumbando gracias a ideas nuevas que han surgido de cuatro áreas del conocimiento que están alcanzando un nuevo entendimiento de la naturaleza humana:


· La ciencia que estudia la mente

· La ciencia que estudia el cerebro

· La ciencia de los genes

· La ciencia de la evolución


La ciencia que estudia el cerebro ─o neurociencia

La neurociencia cognitiva estudia como la cognición y la emoción son implementados en el cerebro. Francis Crick escribió un libro sobre el cerebro llamado “La hipótesis asombrosa”, haciendo alusión a la idea de que todos nuestros pensamientos, sentimientos, alegrías, dolores, sueños y anhelos consisten en la actividad fisiológica del cerebro. Neurocientíficos fastidiados, que dan esta idea por hecho, no prestaron mucha atención al título. Sin embargo, Crick estaba en lo correcto: la hipótesis es asombrosa para la mayoría de las personas, la primera vez que se detienen a reflexionarlo. Uno puede decir que el procesamiento de información en el cerebro causa la mente, o que es la mente. En cualquier caso, la evidencia es abrumadora e indica que cada aspecto de nuestra vida mental depende completamente de eventos fisiológicos que suceden en los tejidos del cerebro.


Cuando un cirujano envía una corriente eléctrica hacia el cerebro, la persona puede tener una experiencia vívida, similar a la vida real. Cuando ciertos químicos se filtran hacia el cerebro, pueden alterar la percepción de la persona, su estado de ánimo, personalidad y razonamiento. Cuando una sección de tejido en el cerebro muere, una parte de la mente puede desaparecer: un paciente neurológico puede perder la habilidad de nombrar herramientas, reconocer rostros, anticipar su comportamiento, empatizar con los demás, o mantener en la mente una región del espacio físico o su propio cuerpo en el espacio. Por lo tanto, Descartes estaba equivocado cuando dijo que “la mente era completamente indivisible” y cuando concluyó que la mente era algo completamente diferente al cuerpo. Cada emoción y pensamiento emite señales físicas, y las nuevas tecnologías para detectarlas son tan exactas que literalmente pueden leer la mente de una persona y decirle al neurocientífico cognitivo si la personas se está imaginando una cara o un lugar. Los neurocientíficos pueden modificar un gen de un ratón y evitar que el ratón aprenda, o pueden hacer que aprenda más rápido. Bajo el microscopio, el tejido del cerebro muestra una complejidad increíble ─cien mil millones de neuronas conectadas por cien millones de millones de sinapsis─ eso es conmensurable con la asombrosa complejidad del pensamiento y la experiencia humana. Modeladores que simulan redes neurales han comenzado a demostrar como los bloques que forman las computaciones mentales, tales como el almacenamiento y sustracción de algún patrón o instrucción, pueden ser implementados en los circuitos del cerebro.


Sabemos que la percepción, la cognición, el lenguaje, y la emoción están arraigadas en el cerebro. Pero es tentador el pensar en el cerebro como nos fue mostrado en viejas caricaturas educativas, como un panel de control con indicadores y palancas operadas por el “usuario” también llamado alma, espíritu, yo mismo (el fantasma en la máquina). Pero la neurociencia cognitiva ha demostrado que este usuario es solo otro sistema creado por una red neuronal en el cerebro. Los neurocientíficos cognitivos no solo han exorcizado al fantasma de la máquina, sino que han demostrado que el cerebro no tiene siquiera una parte que haga exactamente lo que el fantasma se supone que hace: revisar todos los hechos y tomar una decisión para que la ejecute el resto del cerebro. Cada uno de nosotros siente que existe un yo que tiene el control, pero es solo una ilusión que el cerebro trabaja duro para crear. El cerebro sí tiene sistemas de supervisión en los lóbulos prefrontales y en la corteza cingulada anterior, los cuales pueden moderar el comportamiento y controlar hábitos e impulsos. Pero esos sistemas son solo artefactos con peculiaridades y limitaciones; no son implementaciones del agente libre racional con el que se identifica tradicionalmente al yo mismo.


La neurociencia también está socavando el mito del salvaje noble. Por ejemplo, el sufrir un daño serio a los lóbulos frontales no solo adormece a la persona, o le resta a su repertorio de comportamientos, sino que también puede desatar comportamientos agresivos. Eso sucede porque los lóbulos frontales dañados ya no sirven como freno para regiones críticas del sistema límbico, particularmente un circuito que enlaza a la amígdala con el hipotálamo. Las conexiones entre los lóbulos frontales en cada uno de los hemisferios con el sistema límbico proveen un método para controlar otros mecanismos internos distintos capaces de generar comportamientos violentos hacia los demás. Tampoco es la estructura física del cerebro una tabla rasa. A mediados del siglo 19, el neurólogo Paul Broca descubrió que los dobleces y arrugas de la corteza cerebral no son aleatorias, sino que tienen una geometría reconocible. Ciertamente, el arreglo es tan consistente que cada doblez y arruga pueden tener su propio nombre. Desde entonces los neurocientíficos han descubierto que la anatomía del cerebro es principalmente moldeada por los genes en el desarrollo prenatal normal. Así también lo es la cantidad de materia gris en las diferentes partes del cerebro de las personas, incluyendo las regiones que sostienen el lenguaje y el razonamiento.


Esta geometría y cableado innato tienen consecuencias reales para el pensar, sentir, y el comportamiento. Los bebes que sufren algún daño en áreas particulares del cerebro frecuentemente crecen con déficits permanentes en sus facultades mentales. Y las personas que nacen con variaciones al cerebro típico presentan variaciones en la forma en que funciona su mente. De acuerdo con un estudio reciente de cerebros de gemelos idénticos, las diferencias en la cantidad de materia gris en los lóbulos frontales no son solo por la influencia genética, sino que también están correlacionadas significativamente con las diferencias en la inteligencia. Un estudio del cerebro de Albert Einstein reveló que tenía lóbulos parietales inferiores de forma y tamaño inusuales, éstos participan en el razonamiento espacial y en las intuiciones numéricas. Los hombres homosexuales tienden a tener un núcleo intersticial tercero más pequeño en el hipotálamo anterior, un núcleo que se sabe tiene un rol en las diferencias entre los sexos. Los asesinos convictos y otras personas violentas, antisociales tienden a tener una corteza prefrontal más pequeña y menos activa, la parte del cerebro que gobierna la toma de decisiones e inhibe los impulsos. No todos los rasgos del cerebro son esculpidos por información externa recibida a través de los sentidos, lo que implica que diferencias en inteligencia, genio científico, orientación sexual, e impulsividad violenta no provienen solamente del aprendizaje durante la crianza.


No es posible tampoco decir que absolutamente todas las sinapsis en el cerebro son creadas por los genes, simplemente no hay suficiente información en el genoma humano que lo permita. Y sabemos que las personas aprenden cosas nuevas durante sus vidas, ese aprendizaje debe ser almacenado en el cerebro de alguna manera. A menos que creamos en el mito del fantasma en la máquina, todo lo que las personas aprenden afecta el cerebro de alguna manera; o, mejor dicho, el aprendizaje efectúa un cambio en alguna parte del cerebro. Pero ha sido difícil encontrar los rasgos del cerebro que reflejan esos cambios entre toda la estructura innata. El mejorar las habilidades matemáticas no causa el crecimiento del cerebro de la misma forma que los músculos del cuerpo crecen con el entrenamiento físico intenso.


En la actualidad, la neurociencia por fin empieza a ponerse al corriente con la psicología al descubrir cambios específicos en el cerebro que subyacen al aprendizaje. Fronteras entre diferentes regiones de la corteza cerebral dedicadas a diferentes partes del cuerpo, talentos, y capacidades físicas, pueden ser ajustadas mediante el aprendizaje y la práctica. Algunos neurocientíficos están tan emocionados con los descubrimientos que están intentando empujar el péndulo hacia el otro extremo, enfatizando la plasticidad de la corteza cerebral. Sin embargo, la mayoría creen que estos cambios toman forma dentro de una matriz de estructuras genéticamente organizadas. Hay mucho que no entendemos todavía sobre cómo está organizado el cerebro durante su desarrollo, pero sí sabemos que no es infinitamente maleable por la experiencia.


Video en YouTube del canal de UC Davis explicando qué es la neurociencia


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