Los buenos argumentos dan bases sólidas a las opiniones y son necesarios para tener conversaciones sensatas. Están formados por premisas que preceden a una proposición, éstas son las razones que usamos para sostener la proposición y aceptarla como conclusión. Hay diferentes tipos de argumentos. Utilizamos un argumento inductivo cuando tenemos datos empíricos para incluir en las premisas por lo que este tipo de razonamiento es típico en temas científicos. Cuando no tenemos datos empíricos entonces usamos el razonamiento deductivo, el cual declara un principio general en su primera premisa y luego lo ratifica en las premisas siguientes. De tal manera que, en apariencia, la conclusión es inescapable. La deducción obliga a las personas a formular sus opiniones en principios claros que pueden ser evaluados. Aunque a veces parezca inapropiado, evaluar las opiniones de otras personas es necesario, y además lo hacemos todo el tiempo. El hacer un buen juicio de una opinión es un asunto que consiste en aplicar correctamente los criterios de validez y solidez. En la lógica, un argumento es válido cuando las premisas implican la conclusión, es decir, debe haber una conexión entre la propuesta final y las razones expuestas previamente. La validez es una evaluación objetiva que solo concierne a la estructura, no al contenido. Solo verifica que el argumento esté formado correctamente. Un argumento es sólido cuando es válido y además sus premisas son verdaderas. La solidez puede ser subjetiva porque siempre habrá diferentes puntos de vista que no estén de acuerdo con principios incluídos en las premisas deductivas. Sin embargo, no porque la solidez sea subjetiva quiere decir que cualquier cosa es permitida, algunos juicios subjetivos son más razonables que otros. Entre otras cosas que podemos hacer para mantener nuestro juicio lo más cuerdo y razonable posible, es aprender a detectar falacias lógicas y evitarlas.
A continuación les comparto un extracto del libro "Critical Thinking" escrito por Sharon M. Kaye.
Por: Sharon M. Kaye
El primer paso para convertirse en un pensador crítico es aprender cómo identificar los argumentos. Frecuentemente, el término argumentar se relaciona con una discusión entre dos o más personas. Las personas típicamente piensan en estas discusiones como algo desagradable que debe evitarse. Sin embargo, en círculos académicos este término tiene un significado técnico. Una discusión argumentativa es una conversación en la cual se exponen razones a favor de una proposición. Los argumentos son la manera de dar bases sólidas a tus opiniones. No hay ninguna necesidad de que la discusión sea desagradable. Para identificar y estudiar los argumentos, los reescribimos en forma estándar. La forma estándar es un esquema para identificar los pasos de un argumento.
Esta es la forma estándar:
1. La primera razón es…
2. La segunda razón es…
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3. Por lo tanto, la proposición es…
Los pasos 1 y 2 antes de la línea se llaman premisas, mientras que el paso final 3 después de la línea se llama conclusión. Un argumento puede contener cualquier número de premisas que llevan a una sola conclusión. También puede contener una serie de sub-conclusiones que sirven como premisas para conclusiones posteriores.
Inducción versus Deducción
Cuando empieces a buscar argumentos, la primera cosa que notarás es que hay dos diferentes tipos fundamentales. En las ciencias como la física, biología, psicología, y sociología, encontrarás más frecuentemente el tipo de argumento conocido como inducción.
Un argumento inductivo es una línea de razonamiento que produce solamente una conclusión probable. Esto quiere decir, aun si todas las premisas del argumento son verdad, la conclusión puede ser falsa. El rasgo distintivo de los argumentos inductivos es que la verdad de las premisas no garantiza la verdad de la conclusión.
Por ejemplo:
1. Nevó en NY el último Diciembre
2. Nevó en NY hace dos Diciembres
3. Nevó en NY hace tres Diciembres
4. …
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5. Por lo tanto, nevará en NY este Diciembre
Podemos estar cien por ciento seguros que nevó en Diciembre en los últimos cien años. Sin embargo, aun así, no podemos estar cien por ciento seguros que este Diciembre será igual.
Un argumento deductivo, en contraste, es una forma de razonamiento en la que la veracidad de las premisas garantiza la veracidad de las conclusiones dada la forma en que es estructurado.
Por ejemplo:
1. Si ha nevado en Nueva York todos los meses de Diciembre en los últimos cien años, entonces nevará este Diciembre.
2. Sí ha nevado en NY todos los Diciembres en los últimos cien años
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3. Por lo tanto, sí nevará allí este Diciembre
Este tipo de argumento obliga al autor a tomar una posición sobre la confiabilidad de los patrones climáticos anteriores. Declara un principio general y después procede a confirmar ese principio, obteniendo una conclusión inescapable. Los dos tipos de argumentos son igualmente inciertos. Mientras que el argumento inductivo tiene incertidumbre en su conclusión, el deductivo tiene la misma incertidumbre en su premisa inicial. Usualmente usamos inducción cuando tenemos datos empíricos para agregar a las premisas.
Sin embargo, muchos de los problemas que enfrentamos desafían a los métodos cuantitativos empíricos. En ese caso, usamos deducción.
Por ejemplo:
1. Si el aborto siempre está mal, entonces la ley debería prohibir el aborto
2. El aborto está mal en cualquier circunstancia
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3. Por lo tanto, la ley debe prohibir el aborto en cualquier circunstancia
El método deductivo obliga a las personas a formular sus opiniones en principios claros que pueden ser evaluados. Al evaluar argumentos deductivos, siempre cuestionamos las premisas en lugar de la conclusión. Las conclusiones siguen a las premisas, si hay algún problema con las conclusiones, ese problema tendrá su origen en las premisas. Evaluar un argumento deductivo significa entonces atacar a la premisa que se considere más controversial.
Validez y solidez
Debido a que los argumentos nacen de las opiniones, al principio parece inapropiado el intentar evaluarlos. Pero juzgamos opiniones todo el tiempo, por ejemplo, cuando votamos por un candidato político, o contratamos a un plomero. El hacer un buen juicio es un asunto de aplicar un criterio confiable. Hay dos criterios para evaluar argumentos deductivos. El primero es la validez. En las conversaciones diarias las personas usan el término validez para decir que están de acuerdo. Las personas dicen “ese es un punto válido”. Este es un uso informal del término que será necesario hacer a un lado al practicar la lógica. En la lógica, el término válido tiene un significado técnico referente a la estructura del argumento. Un argumento es válido cuando las premisas implican la conclusión, de tal manera que, si las premisas son verdaderas, la conclusión debe ser verdad.
Un argumento válido es un argumento deductivo formulado correctamente.
Por ejemplo:
1. El dinero es más valioso que la apariencia
2. La libertad es más valiosa que el dinero
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3. Por lo tanto, la libertad es más valiosa que la apariencia
El siguiente es un ejemplo de un argumento inválido:
1. El valor es más importante que la honestidad
2. La amabilidad es más importante que la honestidad
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3. Por lo tanto, el valor y la amabilidad son igualmente importantes
En este argumento las premisas no implican la conclusión. Las premisas no garantizan que el valor y la amabilidad son igualmente importantes. Nos quedamos con incertidumbre en la conclusión lo cual no es permitido en la deducción. Es importante notar que la validez concierne solo a la estructura del argumento, no el contenido. Cuando revisas para ver si el argumento está formado correctamente, no hace ninguna diferencia si estás de acuerdo, o no, con el con el contenido.
Un argumento es sólido cuando:
1) Es válido y
2) Sus premisas son verdad.
Los estudiosos de la lógica hicieron deliberadamente a la validez parte de la definición de la solidez de un argumento para obligar a las personas a que revisen la estructura correcta de un argumento antes de examinar su contenido. Nuestro primer instinto al mirar un argumento es evaluar su contenido. Este es un error porque la estructura puede ser incorrecta desde un principio. Los políticos pueden explotar este instinto de la siguiente manera:
1. La guerra es terrible.
2. La educación es buena.
3. Las personas necesitamos trabajar unidos.
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4. Por lo tanto, debes votar por mí.
Nadie puede estar en desacuerdo con el contenido del argumento, sin embargo, el problema es que no es válido porque las premisas no implican la conclusión. No hay ninguna conexión necesaria entre la propuesta final y las razones expuestas en las premisas. Mientras la validez es una evaluación objetiva, la solidez de un argumento es una evaluación subjetiva. Habrá diferentes puntos de vista que no estén de acuerdo en la veracidad de las premisas sin una forma determinante de establecer quien está en lo correcto. Algunos dirán que el argumento es sólido mientras otros dirán que no lo es. Eso es de esperarse, no es necesario que todos estemos de acuerdo sobre la solidez de un argumento de la misma manera que sobre la validez. Cuando calificamos a un argumento como sólido, estamos diciendo que nosotros creemos que el contenido es verdad. La solidez es el elogio más elevado que podemos dar a un argumento porque significa que el argumento es válido y que creemos que contiene premisas verdaderas. Así que el pensador crítico tiene dos maneras de evaluar argumentos, una es objetiva (la validez) y la otra es subjetiva (la solidez). Y no solo porque la solidez es subjetiva quiere decir que cualquier cosa es permitida. Algunos juicios subjetivos son más razonables que otros. Hay muchas cosas que podemos hacer para asegurarnos que nuestros juicios sean lo más razonables posible. Hablaremos sobre esto en otros capítulos del libro.
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