Según científicos que estudian la mecánica cuántica es posible que existan procesos subatómicos aleatorios que influyen en procesos biológicos cerebrales y que no están sujetos a ningún factor ambiental. Dicho de otra manera: nuestra mente puede estar siendo influenciada constantemente por procesos aleatorios que son independientes de cualquier lógica causal y materialista. Debido a esto, algunos intelectuales en la actualidad tienen la esperanza de que en estos fenómenos cuánticos esté oculto el enigma que algún día justifique la idea común del libre albedrío. Pero a pesar de que podemos ser muy temperamentales, irracionales, e impulsivos, es poco probable que nuestras decisiones diarias sean principalmente el producto del azar, y parece aún menos probable que esto pueda ser el fundamento para nuestra supuesta libertad volitiva. Sin duda hay muchas personas que son altamente susceptibles de actuar de manera impredecible, pero evidentemente la mayoría somos guiados, la mayor parte del tiempo, por la razón y por decisiones más o menos calculadas. El tema del progreso social histórico relativo de las civilizaciones humanas pudiera ser considerado como evidencia para la afirmación anterior, aunque este llamado progreso también puede ser algo controversial. Sin embargo, todos hemos tenido la sensación de que en ocasiones nuestros pensamientos y nuestras acciones no están necesariamente gobernadas por ninguna condición inicial previa, y esto no quiere decir que sean el resultado de alguna libertad volitiva absoluta. Simplemente hay ocasiones en las que no sabemos por qué razón hacemos lo que hacemos. Esto no solo es evidencia en contra de la volición, también es evidencia de que el universo determinista no es el único y verdadero autor de nuestros pensamientos y nuestras acciones, sino que además existe otra fuerza que ejerce una influencia dominante en nuestras vidas, el caos.
A continuación, un extracto del libro Free Will
Por: Sam Harris
Capítulo titulado "Cause and effect"
─Extracto
En términos físicos, sabemos que cada acto humano puede ser reducido a una serie de eventos impersonales: los genes se transcriben, los neurotransmisores se acoplan a sus receptores, las fibras musculares se contraen, y el pistolero jala el gatillo del arma. Pero para que nuestras nociones comunes sobre la agencia humana se sostengan, es necesario que nuestras acciones no sean solo producto de nuestra biología, o del condicionamiento conductual, o de cualquier otra cosa que pueda permitir a otra persona predecirlas. Consecuentemente, algunos científicos y filósofos tienen la esperanza de que el azar o la incertidumbre cuántica puedan crear un espacio para el libre albedrío. Por ejemplo, el biólogo Martin Heisenberg ha observado que ciertos procesos en el cerebro, tales como la apertura y el cierre de canales iónicos y la liberación de vesículas sinápticas, ocurren al azar, y por lo tanto no pueden ser determinadas por estímulos ambientales. Por esta razón, gran parte de nuestro comportamiento pudiera ser considerado verdaderamente “autogenerado” ─él imagina que ahí yace el fundamento para la libertad humana. Pero ¿cómo pudieran eventos de este tipo justificar el sentimiento de tener libre albedrío? “Autogenerado” en este sentido solo significa que ciertos eventos se originan en el cerebro. Si mi decisión de tomar una segunda taza de café esta mañana se debió a la liberación aleatoria de ciertos neurotransmisores ¿cómo pudiera la indeterminación de dicho evento ser equivalente a algún ejercicio de mi libertad volitiva? Los eventos aleatorios son por definición el tipo de eventos que no puedo atribuir a mi voluntad. Y si algunos de mis comportamientos son en efecto completamente aleatorios, entonces deberían ser sorprendentes incluso para mí mismo. ¿Cómo pudiera una emboscada neurológica de este tipo otorgarme algún sentimiento de libertad? Imagina como sería tu vida si todas tus acciones, intenciones, creencias y deseos fueran “autogenerados” de esta manera. Tu comportamiento daría la impresión de que no tienes ninguna mente. Las acciones, las intenciones, las creencias, y los deseos solo pueden existir dentro de un sistema que está restringido en gran medida por patrones de comportamiento y por las leyes de estímulo-respuesta. La posibilidad de razonar con otros seres humanos ─o de siquiera considerar sus comportamientos y conversaciones inteligibles del todo─ depende de la premisa de que sus correspondientes pensamientos y acciones están sujetas a las mismas restricciones de la realidad compartida. Esto es cierto también cuando intentamos entender nuestro propio comportamiento. En su extremo, los eventos mentales “autogenerados” de Heisenberg, excluyen la existencia de cualquier mente.
La indeterminación específica a la mecánica cuántica no ofrece ninguna base fundamental: si mi cerebro es una computadora cuántica, entonces el cerebro de una mosca es probablemente una computadora cuántica también ¿las moscas tienen libre albedrío también? En cualquier caso, los efectos cuánticos probablemente no tienen ninguna relevancia biológica, aunque sí tienen un lugar en la evolución porque los rayos cósmicos y otras partículas con altos niveles de energía causan mutaciones localizadas en el ADN (y el comportamiento de dichas partículas al pasar por el núcleo está gobernado por las leyes de la mecánica cuántica). Por lo tanto, la evolución parece ser impredecible en principio. Pero muy pocos neurocientíficos miran al cerebro como una computadora cuántica. Y aun si fuera una computadora cuántica, la indeterminación cuántica no aporta nada a la idea del libre albedrío como algo inteligible desde una perspectiva científica. Cuando nos enfrentamos a la posibilidad de que nuestros pensamientos y nuestras acciones son completamente independientes de cualquier condición inicial previa, es cuando vale la pena reflexionar sobre la popular frase “no tengo la menor idea de por qué razón hice lo que hice”.
Si el determinismo es verdad, entonces el futuro ya está definido ─y esto incluye todos nuestros futuros estados mentales y nuestros subsecuentes comportamientos. Y en la proporción en que la ley de causa y efecto esté sujeta al indeterminismo ─ya sea cuántico o de cualquier otro tipo─ no podemos afirmar ninguna autoría volitiva por lo que sucede. No hay ninguna combinación de estas verdades que parezca compatible con la noción popular del libre albedrío.
Video en YouTube del canal Date un Voltio explicando ¿Qué es la mecánica cuántica?
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