Somos descendientes de organismos biológicos que han evolucionado por miles de millones de años. Esto es algo tan increíblemente fantástico que puede ser desconcertante y difícil de creer para muchos. Incluso, es un asunto que aparentemente no tiene ninguna repercusión práctica para la enorme cantidad de personas en el mundo que solo aspiran a una vida digna, y para quienes el mayor reto es conseguir siquiera lo suficiente para sobrevivir. La existencia humana es un tema complejo. No existen explicaciones simples. Sin embargo, no tenemos todo el tiempo del mundo para estudiarnos porque nuestras ideas erróneas nos han llevado a tomar malas decisiones. Y el tiempo se agota porque se deteriora el planeta, las instituciones, la civilización, el avance del conocimiento. No hay ningún dios, no existe ningún espíritu, ni el alma, solo somos materia orgánica. La ética y la moral humana son comportamientos producto de procesos fundamentalmente biológicos, que han evolucionado para permitirle a los diferentes grupos humanos sobrevivir, florecer y continuar existiendo. Por esa razón un mundo estrictamente material no implica necesariamente ningún nihilismo ni anarquismo moral inevitable. Entender y reflexionar sobre esto es la única manera real de empatizar con los demás e intentar frenar la decadencia. Lamentablemente, ahora tenemos competencia para resolver el enigma del ser humano. Nuestro cerebro animal no puede competir en muchos aspectos con máquinas potentes y sofisticadas altamente especializadas. Hoy existen individuos y corporaciones poderosas en una carrera frenética para descifrar y explotar nuestras debilidades mentales para su beneficio propio. La única manera de poder defendernos es adelantarnos a entender y aceptar lo que somos. De lo contrario, antes de que te des cuenta pudieras encontrarte más feliz que nunca en tu vida, lleno de gozo, rezándole a un nuevo Dios que hasta hace poco no sabías que existía.
A continuación les comparto un extracto del libro 21 lecciones para el siglo 21, escrito por el historiador israelí Yuval Noah Harari.
Por: Yuval N. Harari
Desde que existe memoria la vida de los humanos ha sido dividida en dos partes complementarias: un periodo de aprendizaje seguido por otro periodo de trabajo. A mediados del siglo 21, los cambios acelerados en la sociedad más la esperanza de vida más larga, harán obsoleto este modelo tradicional. Habrá cada vez menos continuidad entre diferentes periodos de vida. ¿Quién soy? será más que nunca, una pregunta urgente y complicada. Esto provocará niveles inmensos de estrés, ya que el cambio es casi siempre estresante, y después de una cierta edad a la mayoría de la gente simplemente no le gusta el cambio. Y existen razones neurológicas para esto. Aun si el cerebro adulto es más flexible y volátil de que lo que se pensaba, es menos maleable que el cerebro adolescente. En el siglo 21 no te conviene la estabilidad. Si intentas aferrarte a alguna identidad, trabajo o punto de vista estable, corres el riesgo de quedarte atrás mientras el mundo te pasa volando. La expectativa de vida seguirá aumentando, así que pudieras pasar muchas décadas como un fósil sin idea de lo que pasa a tu alrededor. Para mantenerte relevante ─no solo económicamente sino también socialmente─ necesitarás la habilidad de aprender y reinventarte constantemente, incluso a la joven edad de 50 años.
Mientras lo extraño se vuelve lo normal, tus experiencias pasadas, así como las experiencias pasadas de toda la humanidad, serán una guía cada vez menos confiable. Los humanos y la humanidad como especie tendrán que enfrentar cada vez más cosas que nadie antes ha enfrentado. Tales como máquinas superinteligentes, la ingeniería de cuerpos humanos, algoritmos que pueden manipular tus emociones, cataclismos hechos por el hombre, y la necesidad de cambiar tu profesión cada década. Para sobrevivir y florecer en un mundo como ese, necesitarás mucha flexibilidad mental y grandes reservas de equilibrio emocional. Tendrás que liberarte repetidamente de todo lo que conoces mejor, y aprender a sentirte en casa con lo desconocido.
En el pasado, era relativamente seguro el seguir el ejemplo de los adultos, porque conocían al mundo bastante bien, y el mundo cambiaba lentamente. Pero el siglo 21 será diferente. Debido al acelerado paso de los cambios, nunca estarás seguro si lo que dicen los adultos es sabiduría eterna o prejuicios obsoletos.
Así que ¿en quién confiar entonces?
¿Tal vez en la tecnología?
Eso es un riesgo aun mas grande. La tecnología te puede ayudar mucho, pero si adquiere demasiado poder sobre tu vida, pudieras convertirte en su prisionero. La tecnología no es mala, si sabes lo quieres en la vida te puede ayudar a obtenerlo. Pero si no sabes lo que quieres, entonces será fácil para la tecnología el moldear tus objetivos por ti y tomar el control de tu vida, especialmente cuando es cada vez mejor en el objetivo de comprender a los humanos. Fácilmente pudieras encontrarte convertido en su sirviente en vez de que ella te sirva a ti.
¿Debes confiar en ti mismo entonces?
Eso suena bien en Plaza Sésamo o en una película de Disney, pero en la realidad no funciona muy bien. La mayoría de las personas no se conocen a sí mismos muy bien, y cuando intentan “escucharse a sí mismos” se convierten en presa fácil para manipulaciones externas. La voz interna que escuchamos nunca es confiable, porque siempre refleja la propaganda del estado, el lavado de cerebro ideológico, y anuncios publicitarios, sin mencionar nuestros propios defectos bioquímicos. Mientras siga avanzando la biotecnología y el aprendizaje autómata, seguirá siendo cada vez más fácil el manipular los sentimientos y los deseos más profundos de las personas, y será más peligroso que nunca el simplemente seguir tu corazón.
¿Cuando Coca Cola, Amazon o el gobierno aprendan como mover las cuerdas de tu corazón y presionar los botones de tu cerebro, podrás distinguir la diferencia entre ti mismo y los expertos de marketing?
Para tener éxito en esta misión tan abrumadora, deberás trabajar duro para conocer tu sistema operativo mejor ─para entender qué eres y qué quieres de la vida. Este es el consejo mas antiguo de la historia: conócete a ti mismo.
Por miles de años filósofos y profetas han urgido a la gente a que se conozcan a sí mismos. Pero este consejo nunca fue tan urgente como en el siglo 21, porque a diferencia de los días de Sócrates, ahora tienes competencia seria. Coca-Cola, Amazon y el gobierno están en una carrera para hackearte. No para hackear tu teléfono, ni tu computadora, ni tu cuenta de banco; están en una carrera para hackearte a ti y a tu sistema operativo orgánico. Podrás haber escuchado que vivimos en la era de hackear computadoras, pero esa no es toda la verdad, de hecho, vivimos en la era de hackear humanos. Los algoritmos te están observando ahora mismo. Están observando dónde vas, qué compras, con quién te encuentras. Muy pronto monitorearan todos tus pasos, tu respiración, tus latidos. Confían en bases de datos masivas y en el aprendizaje autómata para conocerte cada vez mejor. Y una vez que estos algoritmos te conozcan mejor de lo que tú te conoces a ti mismo, entonces podrán controlarte y manipularte y no podrás hacer mucho al respecto. Vivirás en la Matrix o en el Truman Show. Al final es un asunto empírico simple: si los algoritmos de verdad entienden lo que sucede dentro de ti mejor de lo que tú mismo lo entiendes, entonces la autoridad será transferida hacia ellos.
Por supuesto que es posible que tu estés perfectamente contento con ceder toda la autoridad a los algoritmos, y confias en ellos para decidir cosas por ti y por todo el mundo. En ese caso solamente relájate y disfruta el paseo. No tienes que hacer nada, los algoritmos se encargarán de todo. Sin embargo, si deseas mantener algún control sobre tu existencia personal y el futuro de la vida, deberás correr más rápido que los algoritmos, más rápido que Amazon y el gobierno, y también deberás aprender a conocerte mejor antes que ellos lo hagan. Para correr rápido no lleves mucho equipaje contigo. Deja todas tus ilusiones detrás. Son demasiado pesadas.
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